lunes, 22 de enero de 2018

MENDICIDAD INFANTIL

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 La mendicidad infantil forzada es un tipo de mendicidad en la que los niños y niñas menores de dieciocho años se ven obligados a mendigar por coacción psicológica y física.​ La Buffalo Human Rights Law Review define la mendicidad como «la actividad de pedir dinero como caridad en la calle».​ Existe evidencia que sugiere que la mendicidad forzada es una de las industrias que absorbe niños traficados, y un estudio reciente de UNICEF indica que 13 % de las víctimas de tráfico en el sureste de Europa han sido objeto de trata para fines de mendicidad forzada.​ El protocolo de las Naciones Unidas afirma que «La captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de un niño con fines de explotación se considerará "trata de personas" incluso cuando no se recurra a ninguno de los medios enunciados en el apartado a) del presente artículo».​ Con esta definición, el transporte de un niño a un centro urbano para fines de mendicidad constituye trata, independientemente de que sea exigido por un miembro de la familia o un tercero.​ La gravedad de esta forma de tráfico está comenzando a ganar reconocimiento mundial, y varias organizaciones internacionales —incluyendo la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), la Unión Europea, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y las Naciones Unidas, entre otros— comienzan a enfatizar su pertinencia. ​ La «Declaración de Bruselas sobre la prevención y la lucha contra la trata» de la Unión Europea incluye la mendicidad infantil como una forma de trata, afirmando que la «Trata de personas es un fenómeno detestable y preocupante que involucra la explotación sexual coercitiva, explotación laboral en condiciones similares a la esclavitud, la explotación mediante la mendicidad y la delincuencia juvenil, así como la servidumbre doméstica».4​ Este problema es especialmente difícil de regular teniendo en cuenta que la mendicidad forzada a menudo se impone por miembros de la familia, y por el poder que los padres ejercen sobre un niño para asegurarse de que la mendicidad se lleva a cabo.

CAUSAS DE MENDICIDAD


Se suele incidir en que las razones por las que estas personas se encuentran en esta situación son rupturas de lazos de tres tipos: Ruptura de lazos familiares y personales. No tienen una relación habitual o no mantienen ya ningún contacto con su familia directa e indirecta. Puede deberse a la muerte de uno o varios miembros, a una pelea familiar, a la distancia que les separa, a una adicción, a una enfermedad o trastorno físico o mental, etcétera. Ruptura de lazos laborales. Las personas sin hogar no tienen empleo o no tienen un empleo fijo que les proporcione ingresos estables. Aunque, probablemente, lo tuvieron. Se calcula que un 10% de estas personas tiene incluso estudios universitarios. Ruptura de lazos sociales. La persona sin hogar (antes o después de serlo) puede perder sus amigos o puede tener dificultades institucionales (problemas judiciales o con la policía). Puede ser un proceso gradual o una ruptura brusca porque sus amigos le den la espalda al no aceptar su indigna situación. En psicología suele denominarse a estos acontecimientos "sucesos vitales estresantes". Se trata de rupturas que pueden y suelen caracterizarse por tres rasgos: Son encadenadas, es decir, una ruptura puede conducir a otra. Por ejemplo, la pérdida del trabajo puede provocar que la persona pierda los lazos familiares o, a la inversa, una fuerte ruptura familiar (por una muerte, una pelea, un maltrato, una adicción) le lleva a la persona a perder también el trabajo por no poder realizarlo correctamente debido a sufrir una profunda depresión. Son traumáticas. Provocan un alto sufrimiento psicológico en la persona, de manera que su voluntad puede verse de tal manera debilitada que no encuentra motivación para volver a rehacer sus lazos y llevar una vida digna. Además, la vida en la calle suele agravar aún más esta apatía. Son bruscas. Puede que la persona haya vivido varios grandes traumas encadenados y alejados en el tiempo durante su vida, pero probablemente uno de ellos le lleva directamente a la calle. Es decir, vivir en la calle no es algo meditado, sino una solución precipitada para alejarse del dolor o la única opción tras ser expulsada de su lugar de residencia habitual.

LA MENDICIDAD COMO PROBLEMA SOCIAL


Que significa soñar con limosna
Es un fenómeno asociado a la pobreza, la indigencia, el desempleo, la miseria y en fin a la falta de los recursos necesarios de una gran parte de la población, para proveerse de la subsistencia. El desplazamiento forzoso, el desempleo, la droga y la crisis económica han provocado en los últimos años un crecimiento de la mendicidad siendo ahora los protagonistas más importantes, aunque no los únicos, los niños. En las principales ciudades vemos por la calle una cantidad alarmante de personas en situación de indigencia que acuden al llamado rebusque y a la mendicidad para poder vivir. Es sumamente alarmante el fenómeno de los niños de la calle, que insólitamente se ha convertido en cotidianidad y que los ciudadanos miramos en el mejor de los casos con impotencia, compasión o indeferencia, cuando no con desprecio, cólera o repulsión, hacia los mismos niños.

MENDICIDAD MUNDIAL



La mendicidad es un “problema” que se encuentra en cualquier tipo de sociedad, aunque para muchos se diga es la mas perfecta, esta siempre tendrá alguna personas que lastimosamente no tiene los medios suficientes para satisfacer sus necesidades básicas. Aunque seguramente si eres un poco “vivo” vas a estar pensando seguramente en la cantidad de personas que van a pedir dinero en las calles a pesar de que no lo necesiten para nada. Este es uno de los problemas mas grandes que ocurren en nuestro país (Colombia) ya que ciertos personajes salen a las calles todos los días a pedir algunas monedas, y si les hacemos alguna buena investigación son personas que poseen un buen carro, y una vida en la que no necesitan hacer este tipo de cosas. 



Se podría deducir de lo anterior que lo hacen por deporte, haciendo que personas necesitadas de esa ayuda que pocos dan sea dada de mala gana en ciertos casos, y prácticamente siempre con un sentimiento de culpa. Por otro lado existen los reconocidos consumidores de psicoactivos o droga, los cuales se podría decir que son unos maestros a la hora de pedir una limosna, su poder de la palabra y de molestar a la persona son increíbles, por que prácticamente siempre sus trucos les salen tal cual lo esperan consiguiendo la moneda por la que tanto trabajaron. El objetivo del articulo es demostrar el grave trato al que es llevado la limosna, donde personas necesitadas se ven afectadas en su reputación por personas con pocos escrúpulos que hacen creer en la mente de la mayoría de personas que todos los que piden algún tipo de dinero en la calle son aprovechados. Uno de los principales problemas es que este tipo de practicas se podría decir que aumenta el desempleo y por sobre todo incrementa el consumo de drogas en el país. 

 

ECONOMIA Y MENDICIDAD



La mendicidad es producto y consecuencia, entre otros factores, de la marginación económica. Aun siendo una actividad improductiva y parásita está inserta en el sector de la economía como la más residual y precaria. En la situación de paro elevado y prolongado que sufre nuestro país, la mendicidad se ha reproducido con rapidez generando unos niveles de actividad entre cuatro y seis veces mayores que los existentes a finales de la década de los 90, si bien es necesario advertir que los grupos mendicantes son nómadas, dispuestos a desplazarse a cualquier lugar, con un sentido de la provisionalidad muy fuerte. La limosna constituye un fenómeno reproductor de la mendicidad, en tanto que posibilita un efecto continuista. Las personas que donan limosnas satisfacen la necesidad momentánea del mendigo, y, al mismo tiempo, favorecen su conciencia personal. En muchos casos, la limosna no es más que un remedio contra la “vergüenza ajena”. Se da limosna y se libera el remordimiento de conciencia. Estimamos que muy comúnmente, en esa piedad del limosnero hay no poca hipocresía y siempre una concepción del mundo, según un tal orden preestablecido, que, “como pobre que no va nunca a dejar de serlo, hay que ayudarle” .

MENDICIDAD INFANTIL

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